19 mayo 2012

Cultura del Miedo

Decía George Orwell en su obra "1984" que en un estado opresor, una sonrisa puede ser un pequeño acto revolucionario. Creo que el mundo sería mucho mejor si a todos los niños, con trece años, les hicieran leer y comprender “Rebelión en la granja”.

Quien sabe, quizás el día de mañana...

[foto de @Fotomovimiento]
Yo reconozco que si algo me ha gustado siempre en esta vida es hacer reír. Todos estamos mas bellos cuando sonreímos Es naturaleza, esencia.
Si escribo una historia y alguien me dice “me he partido de risa” yo ya soy el tipo mas feliz del mundo. Bueno, no es fácil en los tiempos que estamos viviendo hacer que la gente sonría

En realidad si es fácil, pero la sensación es extraña. Parece como que no apetece reír, parece como que esta vez, lo que está pasando, si va en serio. Y por ejemplo, contar una historia de desamor entre Merkel y Rajoy o escribir una supuesta carta de amor de Aznar a Bush, diciendo que le echa de menos, o explicar como seria ver a Zapatero en el club de la comedia de monologista, puede ser muy divertido, pero solo por un momento. Luego esta de nuevo la realidad.

Y la realidad es diferente. El miedo es el peor enemigo para una sonrisa y si llega el día en que usen el miedo para que perdamos nuestra libertad... ya todo sera gris.

Voy a contarte una historia, solo una mas de las muchas que podrías conocer durante estos días, tal vez este ultimo año. Historia que se queda en nada, comparada con las de la gente que entra al furgón...y no ves en ninguna televisión. Así de triste y así de fácil mirar hacia otro lado. 

http://fotograccion.org/

Yo, como muchas otras personas, bastantes mas de las que muchos medios han dicho, durante los días previos había asistido a la puerta del sol a sumarme a las manifestaciones, ofrecer tan simplemente con la presencia, mi apoyo a mucha gente que durante todo un año y en la sombra han estado intentando hacer las cosas bien. Gente que no da mítines, ni ruedas de prensa, gente que no dirige medios de comunicación, mas bien gente que se “planta” a las ocho de la mañana en una pequeña calle de Lavapies para parar un desahucio a una familia de Bangladesh con tres hijos y que si no fuera por esa gente, sin nombre pero con corazón, hoy estarían durmiendo en los portales de alguna plaza escondida.
Es triste que estas cosas sean tan reales como se leen, que no lleven exageración de ningún tipo.

miércoles 16, llegué a la Puerta del Sol, justo cuando el reloj marcaba las nueve de la noche. La plaza se encontraba en calma, con el típico bullicio mágico que el centro de Madrid coge cuando empieza a venir el calor y las noches tienen mas luz.
Por un momento me sentí confuso, estaba convencido de haber visto en internet que esa noche la gente haría una cacerolada como protesta por la situación económica del país. Tal vez no debí ver bien que era a las ocho y otra vez mas en mi vida estaba llegando tarde a un sitio.

En busca de algún restaurante donde tomar un café y escribir un poco, pude escuchar a lo lejos un gran gentío, gritos y ruido que venían de la calle Alcalá, así que decidí acercarme. Pronto pude ver que eran las personas de la cacerolada que se disponían a bajar por la calle y empecé a andar por esa calle como a unos 200 metros de la manifestación. Saque mi cámara de fotos y empecé a fotografiar desde lejos la situación.

Me sorprendí al ver que la marcha daba media vuelta y se dirigía nuevamente a Sol. Tenia sentido puesto que habían sido bloqueados por un cordón de antidisturbios.


Mientras la marcha se acercaba a Sol, volví a ponerme detrás para seguir haciendo fotos y mi sorpresa pasó a perplejidad y algo de miedo al ver como en menos de veinte segundos, la policía creó un nuevo cordón de antidisturbios esta vez bloqueando la entrada a la puerta de sol.


No podía entender bien que estaba pasando, miraba a uno y a otro lado y había dos cordones de antidisturbios atrapando en menos de cien metros a miles de personas en la calle Alcalá. Separado de los manifestantes pude ver como también se habían quedado atrapadas personas que se encontraban sentadas en los bancos de la calle, así como un grupo de ciclistas que pasaban por ahí y otras personas que nada tenían que ver con todo aquello. Un matrimonio de unos cincuenta años se acercó a preguntarme a mi y a un fotógrafo que se encontraba a mi lado, con voz asustada, qué estaba pasando. La cara del señor era un autentico poema. Se le veía bastante asustado. Si yo no podía entender nada, supongo que ellos menos.

Los manifestantes empezaron a juntarse entre ellos y acercarse al cordón de antidisturbios de Sol, gritaron con fuerza. Sus armas, aparte de sus manos, eran el grito al unisono:

“no, no, no tenemos miedo!” , "estas son, nuestras armas!" “Si se puede, si se puede”....


Al cordón de antidisturbios que los manifestantes tenían a su espalda se sumaron seis furgones mas. Sentado en uno de los bancos pude ver como los antidisturbios se ajustaban los cascos y bajaban las viseras. La gente que se encontraba en la calle, lejos de los manifestantes, empezó a hacer una fila para salir de ese cerco.


Llevando en mi mochila la cámara de fotos, el portátil y el reproductor de música, junto con las gafas de sol y habiendo vivido las noches anteriores en primera persona como terminan estas cosas, pensé que si la policía decidía cargar, mi mochila iba a ser un autentico imán para sus porras. Teniendo en cuenta la semana de mala suerte que estaba llevando, decidí que esta vez lo mejor era salir de allí cuanto antes. Intentar volver a la puerta del sol y hacer fotos desde allí.

Cual fue mi sorpresa, la de el matrimonio de cincuenta años, la de una pareja que iba en bici, la de un muchacho ecuatoriano al que le estuve contando de que iba la película y la de dos señoras argentinas (intuyo por el acento) cuando nos dijo la policía que para salir de allí habría que identificarse ( y yo que soy mas de noticias que de televisión sabia en ese momento que eso podía suponer la multa de 300 euros...mínimo).

http://fotograccion.org/
La gente que se encontraba a mi lado empezó a ponerse nerviosa y mas al ver que unos señores que salían de un edificio con traje y corbata no tenían ningún problema para salir del cordón de antidisturbios. Tambien dejaron salir a un matrimonio de unos noventa años que a duras penas podían caminar y al cual, si tengo que decir, si los antidisturbios llegan a identificar, yo, acto seguido cojo mi pasaporte lo tiro a la basura y me voy de este país.

Un antidisturbios nos dijo que nos pusiéramos en fila para salir. Nos sacaron del cordón pero no nos dejaron marchar y empezaron a pedir DNI a la gente y a tomar los datos. La sensación en ese momento es de soy un delincuente...y no sabes porqué.

 No es fácil hacer ver a la gente que no está ahí en esos momentos, qué se siente. No es fácil levantarte por la mañana y ver que la mayoría de los medios de comunicación ignoran lo que realmente sucede. No es fácil explicarle a la gente qué te lleva a escribirte en el brazo con rotulador los nombres de abogados de guardia. no es fácil contarle a la gente que "detención, esposas, furgón, comisaría, calabozo", puede ser una pesadilla para gente cuyo único delito es protestar.

En fila y dando los DNI mi sorpresa vino cuando el jefe de ese escuadrón (bueno no se si se llaman escuadrones o eso es cosa de películas) el caso es que el jefe me señalo con el dedo y me dijo que fuera junto a él. Se que era el jefe porque el decía al resto lo que tenían que hacer. 

Me llevó hacia el escalón de un portal que estaba justo al lado, donde poca gente podía verme, me dijo que sacara todo lo que había en mi mochila. Por su cara de pocos amigos y el tono de su voz, decidí intentar no hablar lo mas mínimo para no tener problemas.

Hace muchos años un viejo viejo amigo me dio un consejo que tardé años en comprender. Me dijo: 
si alguna vez sientes miedo y no sabes que hacer, recuerda que es mucho mejor que te lleven bocadillos a la cárcel que flores al cementerio”.

Con consejos así, decidí no abrir la boca.

El jefe de antidisturbios no lleva placa identificativa, o al menos yo no puedo verla. Cogió mi DNI y se lo dió a otro policía para que fuera tomando mis datos.
En ese momento, el antidisturbios me agarró del cuello y me empujo hacia la puerta de aquel portal. Acercó su cara a la mía, y sin mas me dijo:

-“te voy a arrancar la cabeza hijo de puta"-.

Lo repitió varias veces. No abrí la boca en ningún momento, bajé mi mirada al suelo. Golpeó con la visera de su casco mi cabeza para que la levantase. Levanté mi cabeza y le dije que no pretendía causarle problemas, que ya le he dado mi DNI. Volví a callarme.
Siguió amenazándome mientras el otro policía a su lado apuntaba mis datos.
Finalmente me devuelve mi DNI, recojo las cosas del suelo y las vuelvo a guardar en mi mochila, sin mirarlos intento seguir mi camino, pero antes de irme, el policía vuelve a cogerme de mi brazo, me gira y me dice:

“te volveré a ver y te juro que te voy a arrancar la cabeza, hijo de puta”.

Me fui.

http://fotograccion.org/
Lo siento, me gustaría saber explicar con palabras que sentí en ese momento. Mentiría si dijera que no pude sentir el miedo dentro de mi cuerpo. No es miedo a que alguien pueda golpearte, no tiene nada que ver con eso. La sensación de miedo a no saber quien te protege, o donde puedes terminar. Que puede pasar. La sensación del miedo a que gente con un arma te mire con tanto odio. La sensación de miedo a porqué una persona que no conoces, a quien no has hecho nada puede despertarle tanto odio hacia ti.

Es difícil explicar como el miedo se transforma en humillación y en impotencia. Te quedas bloqueado. En ese momento, en el momento en que empiezas a caminar y miras hacia atrás y los ves, aprietas tus dientes con fuerza, puedes sentir tus labios temblar. No entiendes nada.

Supongo que tuve la mala suerte de que todas las cámaras estaban al otro lado del cordón, lejos y grabando la cacerolada. Algo lógico. 

Decidí caminar, sin saber bien hacia donde ir, camine por un instante. De vez en cuando me giraba para volver a ver desde lejos a aquellos policías. Y esa sensación que siempre he querido tener de que buenas y malas personas las hay en todas partes, se desvanecía. Porque puede haber buenos o malos, como tú o como yo o como en cualquier sitio, pero la policía recibe ordenes. Y si las ordenes son malas...son ordenes.

Todavía en la calle Alcalá, una pareja joven se acercó hacia mi a preguntarme:
-¿Te encuentras bien? Vimos al policía agarrarte en el portal. ¿estás bien chico?-.
Me costó decirles que sí, que estaba bien. Supongo que mis ojos les dijo la verdad.
Pero mentí. Estaba muy muy lejos de estar bien. Sentía de todo dentro de mi.

Yo no tengo veinte años, en realidad ya no tengo ni treinta. En la vida, llega un momento en que si un policía te dice que te va a matar, mas que miedo sientes rabia, pena, asco, impotencia. Y te duele que tu cabeza estúpida, por una vez use la razón para no hacer nada, para mantenerte callado. Porque eso no es lo que sueñas cuando eres niño.

http://fotograccion.org/
Pero días antes vi como a chicas de apenas veinte años las hacían lo mismo que a mi y puedo imaginar lo que han podido sentir con un tío de 45 años, pistola, porra y casco, amenazándolas con arrancarlas la cabeza.

Se llama terror. Aterrorizar a gente que sólo usa su voz como arma. Gente que busca un mundo mejor, si, lo siento, por mucho que quieran contarte, yo lo he visto, solo quieren eso. Se ve en sus ojos.

Todo esto sería una historia triste, muy muy triste si no fuera porque entre medias de tanta mierda, vi y sentí que hay esperanza. La esperanza de, dos noches antes, ver a cuatro chicas de veinte años, sentadas frente a mi y agarradas de las manos, agarradas con fuerza, agachando sus cabezas, apretando sus dientes, rodeadas por ocho antidisturbios. Cuatro chicas con mas ovarios que todo el cuerpo de policía de la comunidad de Madrid junto, exigiendo su derecho a estar juntas en la calle. Cuatro chicas que aguantaban los insultos, las patadas de tíos armados y protegidos hasta el pescuezo. Chicas y chicos jóvenes, que se levantan a socorrer a un pobre periodista que se encuentra en el suelo, esposado, humillado con la rodilla de un antidisturbios en su cara. Chicas y chicos sin miedo, con principios y lo mas importante...mucho mucho corazón.

ella, valiente
¿Por llamar la atención?. No amigo, por llamar la atención no te levantas a las 8 de la mañana para ir a evitar un desahucio.

Pero yo lo he visto, no me lo cuentan los periódicos, no me lo cuenta nadie. Lo he visto. Se ve en sus ojos.
Yo no vivo como la mayoría de los grandes medios de comunicación de decir esto o lo otro. Me da igual derecha o izquierda, me da igual todo eso porque sólo intento creer en lo que es verdad y en la buena gente. Todo lo demás me da igual. 
Y con todo esto, duermes un par de días mal, miras el pasaporte y la papelera de tu habitación y respiras profundamente y resignado.
Enciendes el ordenador, lees una noticia. Esta noticia. Dos policías tendrán que pagar 600 euros por el homicidio imprudente de un deportado. Por lo visto lo amordazaron y se asfixio al segregar una sustancia, catacolaminas , producto del pánico. Al juez no le intereso que declarasen las azafatas de vuelo. 600 euros por dejar morir a un hombre. Ese es el mundo en que vivimos.

Y no puedo evitar acordarme del caso de Patricia Heras. Este caso (conviene leerse). 

vivimos sumergidos en la cultura del miedo. Gente que se levanta con miedo a perder su trabajo, jóvenes con miedo a que les peguen por manifestarse, gente con miedo a que los ahorros de toda su vida desaparezcan sin mas, miedo a perder tu derecho a un medico, o a aprender, hombres y mujeres que se van a la cama con el miedo a que el día siguiente ya no tengan casa y tengan que dormir con sus hijos en un portal.
Vivimos con miedo. Desconfiamos de las personas, hemos olvidado sonreír, decir gracias, o disculpe, o decir no se preocupe. Prisioneros del dinero.

Fotografía de Sergio Formoso
[click en la foto para observar, pensar...]

No quiero. Yo si pienso que si se puede y mañana olvidaré la mirada de odio de aquel poli malo y me quedare con la mirada de lucha de aquellas cuatro chicas con sus brazos enlazados.

Lo haré porque tiene mas sentido. Porque he conocido a esa gente con corbatas, joyas y dinero que tanto le preocupa que cambien las cosas y porque he conocido a la otra gente, la de verdad. Y se ve en los ojos, es así.

Y lo haré porque claro que sí, que si se puede.



Me marcho, la pícara sonrisa de mi sobrino me reclama desde el sofá... nadie ni nada gana eso.



En twitter: @Tulaytulah
En facebook: Balihai

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A lo mejor hay que ir planteándose que contra ellos no sirve el juego limpio. Ellos no lo hacen. Podemos ser pacíficos, pero continuamente cambian sus leyes para que hasta eso sea delito, no bastando con criminalizar las protestas, con la ayuda de los medios, son capaces de convertir un acto pacífico en una revuelta urbana.
Cuanto más tiempo pasemos que siendo "cívicos" podemos ganar, más difícil va a ser cambiar las cosas. Todo lo que ahora se aplica al 15m lo llevan sufriendo otros colectivos bastantes años. Nadie dijo nada, al fin y al cabo, por la tele nos decían que eran delincuentes y que atacaron a la policía. LLevan muchos años de ventaja. Quizá una de las maneras sea la de los mineros, total, sabes que si vas es muy probable que o te multen o recibas una paliza, o ambas cosas. Si falta grave contra la autoridad es tirarse al suelo con las manos en alto, no es mayor delito tirarle una piedra, equiparando ambas actitudes al mismo nivel de delito... a lo mejor hay que empezar a plantearse cual escoger. Otra vía es la insumisión total, llevar hasta donde sea posible la desobediencia civil, impuestos, multas, leyes absurdas, pagos injustificados, sacar el dinero de los bancos... O esto o esperar tres años más, para poder escoger a otros que nos sigan tratando igual. un abrazo.

Anónimo dijo...

A lo mejor hay que ir planteándose que contra ellos no sirve el juego limpio. Ellos no lo hacen. Podemos ser pacíficos, pero continuamente cambian sus leyes para que hasta eso sea delito, no bastando con criminalizar las protestas, con la ayuda de los medios, son capaces de convertir un acto pacífico en una revuelta urbana.
Cuanto más tiempo pasemos que siendo "cívicos" podemos ganar, más difícil va a ser cambiar las cosas. Todo lo que ahora se aplica al 15m lo llevan sufriendo otros colectivos bastantes años. Nadie dijo nada, al fin y al cabo, por la tele nos decían que eran delincuentes y que atacaron a la policía. LLevan muchos años de ventaja. Quizá una de las maneras sea la de los mineros, total, sabes que si vas es muy probable que o te multen o recibas una paliza, o ambas cosas. Si falta grave contra la autoridad es tirarse al suelo con las manos en alto, no es mayor delito tirarle una piedra, equiparando ambas actitudes al mismo nivel de delito... a lo mejor hay que empezar a plantearse cual escoger. Otra vía es la insumisión total, llevar hasta donde sea posible la desobediencia civil, impuestos, multas, leyes absurdas, pagos injustificados, sacar el dinero de los bancos... O esto o esperar tres años más, para poder escoger a otros que nos sigan tratando igual. un abrazo.