29 septiembre 2012

RIMAS MALSONANTES I : "Dignos"


(Rimas que al salir del corazón sin pasar por la razón, no atienden a estructura alguna.)

La lucha sigue, 
sin heroes, sin martires, 
la lucha sigue, en la calle
con anónimos, compañeros, 
sin cesar, con valor, sin miedo, 


la lucha sigue, de día  frente a los 
ojos cerrados de la gente 
y de noche, con carreras por la oscura ciudad,
carreras de gente normal, 
que un día sin saber bien como,
pasaron a ser delincuentes por el único hecho
de querer hablar. 


La lucha sigue, por algo que no 
se compra con dinero, por algo que 
no reluce como el oro o los diamantes, 
por algo que unos se empeñan en 
menospreciar, 
la lucha sigue por nuestra dignidad.
La nuestra, que debe ser la tuya.
Y sin miedo, volver a casa con
el dolor de los palos que el 
avaro y su injusticia ordena dar,
Y sin miedo, coger un metro 
con las lagrimas de la impotencia y 
la sangre de la porra de esos perros sin
conciencia, que pretenden callar la voz
con su violencia.
Ante la fria e insensible mirada del que 
"nada de todo esto" quiere saber. 
Ante los oídos tapados del que teme que
escucharte sea ensuciar su conciencia. 


La lucha sigue, en juicios surrealistas donde
chavales de carpeta y apuntes de química, donde 
enfermeros, o amas de casa son acusados de 
vandalismo, terrorismo. Juicios con ojos asustados,
labios temblorosos de gente que no entiende nada.

La lucha sigue mientras tu TV,  tu radio, tus periódicos, callan, 
pero sabiendo que son muchos los que desean despertar.

La lucha sigue porque perder solo 
será no haberlo intentado. 
Sin nombres, sin medallas, sin héroes,
sin nada mas que la mirada de unos a otros,
con los brazos entrelazados y muy apretados,
con la rodilla en el suelo, las manos cubriendo la cabeza, 
con el desaliento de una sociedad egoísta,
pero con el siempre juntos, con el no os
tenemos miedo, la lucha sigue...
y Sol nunca duerme.



Y uno no puede sacar de su cabeza las palabras de Thoreau:

 "En una sociedad injusta el lugar del hombre justo es la cárcel".






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04 julio 2012

La bradicardia de los cangrejos

De pequeño, con apenas siete años, recuerdo acompañar a mis abuelos a comprar a la pescadería. mientras ellos compraban, yo me acercaba a una gran caja llena de cangrejos que tenía el pescadero junto a la pared. Me subía a una silla y desde ahí arriba podia ver a todos esos cangrejos intentando trepar las paredes de la caja.  
 Por un lado me daban miedo, pensaba que podían coger mis dedos con sus pinzas, pero por otro lado, tenía la tranquilidad de saber que nunca podrían subir aquella caja. Veía como lo intentaban pero, entre que se escurrían con el plastico de la caja y que unos a otros no se dejaban subir, nunca conseguían nada. Mi condición de niño, no era suficiente para controlar mi parte de cabrón. Mis brazos agitaba la caja y podía ver como se movían con mas violencía de un lado a otro. Lo hacía con la tranquilidad de saber que no me podían hacer nada, siempre y cuando...las altas paredes de la caja siguieran ahi.  Cuando había muchos cangrejos, tenían mas cerca el borde de la caja y estaban mas cerca de poder salir, pero el pescadero les ponía una tapadera que les dificultaba salir. 

Todos los sábados pasaba por la pescadería, me subía a aquella banqueta y agitaba la caja de cangrejos. Esperaba a que estuvieran cerca del borde y otra vez, cruelmente, volvía a agitar y volvían a caer.

Aun así, la caja siempre podría volcarse y liberar a todos esos cangrejos. 

Hoy, yo (y tú) somos cangrejos. rodeados por unas grandes paredes de una caja, que controlan nuestra libertad, con tal que aquel que agita la caja siempre tenga el control. Si supieramos que esas paredes no se pueden trepar, que escurren, si supieramos quienes son esas paredes, tal vez podríamos darnos cuenta que solo apoyandonos unos a otros podríamos salir de la caja.

Pensé  que esas paredes son el camino que comunica la caja con la libertad del exterior, si ese camino nos comunica, estas paredes tenían que ser los medios de comunicación. 

Ahora se que soy un cangrejo, que tu eres otro cangrejo, y que dentro de la caja convivimos con muchos otros cangrejos. ahora comprendo porque esas paredes de la caja, esos medios de comunicacion, no nos permiten encontrar lo de fuera.  Ahora se que, cuando piensas que estas cerca de salir de la caja, hay una tapadera, que lo impide. los antidisturbios tienen cara de tapaderas, los tenientes y los capitanes del ejercito tambien son caras-tapaderas. 

Un cangrejo nunca debe creer que las paredes de la caja le van a ayudar a ver lo de fuera. Por eso los cangrejos no leen periodicos, ni ven la televisión. Y es ahora, intentando huir de esa maldita caja, cuando los cangrejos se dan cuenta que nunca tuvieron que confiar en aquellas redes que vieron en el mar. Y si algo duele ahora a los cangrejos de la caja, es no poder avisar a los cangrejos que quedaron en la mar, que nunca, nunca confien ni en las redes, ni en el hombre.

Pero no es nada facil, siendo cangrejo, saber quien está agitando la caja. 

Las personas huimos por miedo y cuando el miedo es a uno mismo, es imposible huir. Paradojicamente, cuando un cangrejo huye, su corazon se relaja, y late mas lentamente. Los cientificos lo conocen como bradicardia, para mi simplemente es huir sin miedo.  

Muchos podreis pensar que la vida del cangrejo en la caja es una puta mierda de vida.
Y lo es... 

Pero siempre seguirá habiendo cangrejos libres en el mar. 



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15 junio 2012

EL DILEMA

[El dilema es el prólogo del ensayo "La Jaula", perdido por los cajones de mi habitación]

Una mañana tras otra, al despertarme, tomando el café, leía esas noticias, primero las de todos esos medios de comunicación viciados y corruptos y después otras que manda gente a la que no se puede nombrar. Y necesito música y café para creer esas noticias. 


Toda esa información, a excepción del circo, todo son malas noticias. Mas bien catastróficas y no estaría exagerando. Muertes, accidentes, robos, estafas, injusticias, gente que se suicida, guerras.
Desolado y con la mirada del que pierde la esperanza, dejaba de leer, daba un sorbo a mi café, y por un momento no podía evitar preguntarme “¿Por qué?”.

La pregunta de donde todo nace, ¿por qué?.
Una y otra vez en mi cabeza esa pregunta. ¿Por qué vivo en este pedazo de mierda de mundo?
Si quiero obtener una respuesta, imagino que debe ser andando por el camino de la razón. Olvidar sentimientos, sensaciones y simplemente buscar, dentro de mí, la realidad.
Mas bien la verdad, entre tanta mentira.
Intento caminar hacia atrás, despacio, volver lentamente sobre nuestros propios pasos, buscar las huellas de mis pies, volver a pisarlas e intentar llegar a ese punto en que nos desviamos y empezamos a hacer todo mal.
Y es en ese camino, en el que avanzo andando hacia atrás, donde encuentro un primer paso en falso.

Las personas tendemos a poseernos los unos a los otros. Si comprendemos eso, que por miedo o por la eterna incompletitud de nuestro Ego necesitamos poseer a otras personas, nos puede ser mas sencillo entender que la sociedad necesitará poseernos a todos. Y el que no es poseído por la sociedad, morirá, aun vivo, y lo llamaremos loco, mendigo. O simplemente no lo llamaremos.

Si esto es cierto, si mi razón me ha llevado a este punto del camino, a estas huellas, necesito demostrarlo para saber que sigo por el camino correcto. 

Hace algunos días, sentado en un banco del parque del Retiro, mientras me fumaba un macanan, una joven pareja decidió sentarse junto a mí. No creo que tuvieran mas de veintidós años. Mientras se regalaban besos y caricias, el chico miró fijamente a su amada chica y con brillo en sus ojos le dijo en voz baja: “Lidia, te quiero”.
Ella, sonrojada, sonrió y empezó a besarlo con pasión. Cuando terminaron de morrerase, se quedaron mirandose sin nada que decir. Miré al chico, que estaba de cara a mi, tiré al suelo mi macanan y le pregunté:
-¿Qué?-.
-¿Como dice? -. me contesto el chico contrariado,a la vez que su amada se daba media vuelta.
-Si, has dicho que la quieres. La quieres, ¿Qué? Te pregunto-. Insistí.
-¿Como que la quiero qué? La quiero, es mi novia tronco, la quiero, no hay la quiero que. La quiero! ¿te molesta que la quiera?-. Me increpó el muchacho mientras su novia cogía su mano, se levantaban y se marchaban.

Supongo que no estuvo bien interrumpir ese acto de amor confesado de aquella pareja, pero quien sabe si con el tiempo el o ella, sentados en el suelo de su habitación, apoyados en su cama, no se paran a pensar en ese: “La quieres, ¿qué?”.

La vida avanza, nosotros con ella, hemos decidido que decir “te quiero” sea una de las expresiones mas bellas que puede haber entre dos personas. Ya no pensamos de donde viene ese “te quiero” que aquel joven susurro a su amada novia en aquel banco del Retiro.

Olvidamos que te quiero, viene del verbo querer. Viene de quiero un móvil, una moto, viene de quiero ir a Brasil o viene de quiero acostarme con ella, de quiero comer ya, quiero quiero quiero, quiero un coche, quiero esto, quiero lo otro, te quiero....ya no te quiero.

Querer es posesión. Aveces maquillada posesión.

Y da igual que sea con una rosa en la mano, en el parque mas hermoso de tu ciudad, o con patos nadando en un estanque, porque Te quiero significa me gustas y necesito que completes mi ego,espantes mis miedos y compartas mis desgracias. Te quiero, porque te necesito.

Es un egoísmo dulce, escondido tras los besos y caricias, un egoísmo mutuo, que complementa a las personas que se quieren.

Pero cuando esa relación de bello egoísmo supera a la razón, decimos “te amo”. Es mas profundo, mas irracional, los besos son mas largos y las manos van mas lejos, pero sigue siendo posesión, necesidad, miedos, placer.

Todos los esclavos del mundo han tenido siempre algo en común y es que cuando reciben un trozo de pan para comer, todos responden lo mismo:  "Gracias... MI amo".

Nos amamos o nos queremos para caminar en la oscuridad, sin miedo, juntos.

Llegué a esa huella del camino en que las personas, en el bello hecho de amarse, poseerse, perdemos algo de libertad. Asumo mi culpa.

Kropotkin
Entiendo que gente como Aristóteles, Locke, Krishnamurti o Kropotkin pasaron gran parte de su vida hablándonos de lo que significa libertad
Decía Germaine de Staël que la libertad es incompatible con el amor, pues un amante siempre es un esclavo. Ellos saben mucho sobre esto, y yo, agotado de palabras y desde la ignorancia del perro callejero, simplemente quiero poner un ejemplo, volviendo a esa joven feliz pareja del parque.

La chica sale de la ducha, con una toalla a su alrededor se acerca al salón donde su novio se halla leyendo un cómic, para comentarle:

Andrés
-”Cariño, mi amor, he pensado que este verano quiero irme siete días a Ibiza con mis compañeros del gimnasio. Son dos bomberos, un actor de cine y tres nadadores olímpicos. Majisimos. Vamos a dormir a casa de un amigo del actor, un tal Andrés. Supongo que nos emborracharemos y nadaremos desnudos por la playa de madrugada. ¿No te importa verdad cariño?”

Justo donde termina mi ejemplo, empieza la palabra “libertad”. Intenta meterte en la cabeza de ese joven novio, imberbe todavía, mirando a su novia bailando en el salón con su toalla, e imaginándosela en Ibiza con todos esos amigos guapos nadando desnudos en la playa. Si eso pasa, libertad se va al carajo. Porque cuando algo sucede bien dos de cada cien veces, para la sociedad, es como si no hubiera sucedido.

Son matemáticas de Laplace, aplicadas. Si tu vida y mi vida van bien porque hacemos las cosas bien  pero la vida de otros 98 es tristeza y miseria, entonces nunca podremos decir que la vida va bien. Y de todos será culpa.

Me habría gustado escuchar una respuesta a esto por parte de Marx o Bakunin. Me habría gustado ir a Ibiza con Marx y Bakunin.

Pero "te amo" nos compensa, Es un buen negocio, Entregamos un poco de nuestra libertad, a cambio de todo lo bello que nos da el amor. En este pacto encontramos nuestra felicidad. Velencoso puede esperar porque amo a mi novio imberbe. Le amo (mi amo, su ama). Nos amamos. 

Por eso brillaban los ojos del chico del parque.

Los científicos para estudiar al ser humano, analizan su ADN. Un geólogo estudia la tierra analizando tan sólo un grano de arena. Para conocer la sociedad solo tienes que mirar al individuo. La suma da el todo.

Ahora se que si las personas necesitamos poseernos unos a otros, la sociedad necesita poseernos a todos. De eso se alimenta.

Miro nuestro camino, busco ese paso en falso y tal vez sea aquí, en esa posesión de la sociedad sobre el individuo donde este el error. Ese error que me lleva a abrir los periódicos y encontrar todas esas personas lamentándose de atentados, bombas, lloros. Todo eso. Guerras donde gente nos miente diciendo que quieren ayudar cuando tan sólo quieren poseer. Crisis económicas escondidas tras miles de mentiras y donde lo único que hay es gente poderosa fanática por poseer, mas y después mas.

Si la sociedad nos da capital a cambio de un poco de libertad, llegará un día en que no sabré donde  encontrar los besos y el brillo de los ojos de aquel muchacho.

Si todos fuéramos plenamente libres, cualquier problema se vería aislado y al no sumarse unos a otros, no pasaríamos de tirarnos piedras a la cabeza, o de discutir por si ese árbol es tuyo o mio. Pero lo uno no llevaría a lo otro y no habría un efecto mariposa que sacudiera de hambre y muerte el mundo.
 Necesitaba algo mas en mi duda de que los sistemas pueden ser buenos o muy buenos, y que comunismo, tecnocracia, oligarquía, o democracia pueden funcionar, si no fuera la persona la parte débil y corrupta. Asumí mi parte de culpa. 

Hace poco tuve un sueño.

"Tres jóvenes blancos, en una playa de una isla deshabitada perdida en el pacífico. Con apenas unos arboles frutales en lo alto de una montaña, de los que se alimentaban. No pasaban hambre pero no tenían fruta en abundancia. En la misma playa, un barco encallado, les dejaba sitio donde protegerse de las lluvias y el frío, también encontraron dentro ropa que ponerse y cosas con las que divertirse o prender un fuego. Un día, sentados en la arena de la playa, escucharon los gritos a lo lejos de un hombre, se pusieron de pie y pudieron ver como, ciertamente, un hombre movía desde dentro del océano sus brazos pidiendo ayuda. Aquel hombre, agotado apenas podía nadar, solo pedir ayuda a gritos.
Uno de los jóvenes blancos empezó a quitarse ropa para tirarse al agua y rescatarle, cuando de repente otro de los chicos de la playa le agarro del brazo y le dijo:
-”espera un momento, piensa una cosa amigo. Si rescatamos a ese tipo, seremos cuatro en la playa y tendremos que compartir la fruta. No tenemos mucha comida y cuando pase el tiempo tendremos problemas para alimentarnos los cuatro. Piensalo! Lo mejor sera que no hagamos nada. No podemos hacer nada amigo, así es la vida, es duro, pero tenemos que mirar por nosotros.-.

Justo cuando el primer joven se disponía a ponerse la camiseta para volver a sentarse en la arena de la playa, el tercer joven que había estado callado mirando el mar dijo:

-Mirad, no creo que podamos vivir tranquilos sabiendo que hemos dejado morir ahogado a ese chico. Se me ocurre una idea. Ese chico no sabe nada de donde obtenemos la fruta. Tal vez podemos rescatarlo y convencerle de lo peligroso que es subir la montaña y traer fruta. Lo atemorizaremos hablándole de animales salvajes que habitan arriba en la montaña, y que sólo nosotros sabemos por donde ir para no resultar heridos. Somos tres y el es solamente uno, podemos incluso explicarle que no puede dormir dentro del barco encallado, que es peligroso que los cuatro estemos dentro y nadie fuera y que el ha sido el último en llegar. Pensadlo, le diremos que nosotros nos sacrificaremos subiendo a por la comida pero que el tendrá que pescar para nosotros. Cuando el quiera pedirnos algo, le recordaremos que le hemos salvado la vida y si en un futuro vemos que nos quedamos sin fruta, ya veremos que hacemos con él.

Los tres jóvenes blancos, a pesar de venir de sitios diferentes, consiguieron entenderse. Y así, los tres, el americano, el europeo y el ruso, se pusieron de acuerdo para sacar del agua a ese chico africano. Nunca le explicaron como subir la montaña para recoger fruta. Tampoco podía dormir dentro del barco. Y a medida que la fruta escaseaba, el chico africano debía pasar mas y mas horas en el mar pescando peces. Cada vez que el africano preguntaba porqué no podía entrar al barco o subir a por la fruta, los otros tres chicos a la vez empezaban a hablarle alto, levantando las manos de una forma algo mas agresiva y el joven africano, asustado, se daba la vuelta y volvía a pescar. 
Los tres jóvenes blancos tenían su conciencia tranquila, puesto que hubo un día en que....salvaron la vida del chico".

Desperté de mi sueño. Mientras me preparaba un café, supe que la sociedad necesita poseerte y que con tu trabajo, comerá. Cuando no haya comida, tal vez tú seas su comida.

La Jaula, es la historia de como lentamente en el mundo se han ido construyendo invisibles barrotes de invisible acero que impedirán que seas tú quien suba la montaña en busca de la fruta, a cambio de tu libertad.
La jaula es el camino de un hombre que un día decidió dejar de pescar para otros, intentar subir esa montaña. Un hombre que un día encontró cerca del barco un libro donde se repetía "Sé pensar, esperar y ayunar... es todo lo que necesito". Es el camino donde ese hombre se verá en el dilema de renunciar a amigos que no quieren subir a por fruta, se verá obligado a tirar su móvil porque allí no habrá cobertura. Un camino donde cuando pase frío tendrá que quitarse la camiseta porque sabe que la hacen pescadores explotados.

La jaula es un largo camino donde el hombre, perdido en la montaña, algo agotado, tendrá que decidir si le merece la pena dejar todo atrás por conseguir esa fruta (libertad) y donde solo si decide subir, sabrá que hay allí. 

Y todo ese camino, dentro de ti. 

"Sólo el conocimiento que llega desde dentro, es el verdadero conocimiento"
Sócrates. 
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12 junio 2012

Ronnie, mi amigo y yo

Recuerdo al ser niño, bastante niño, con apenas nueve años corretear por los estrechos callejones del casco histórico de Toledo. En ese entonces eran pocos los coches que subían a la parte vieja de la ciudad y podías ir dando patadas a una pelota o una lata por todas las calles con la tranquilidad de que nunca pasaba nada malo. Tal vez, ni siquiera supieras que es eso de “pasar algo malo”.



Mis abuelos solían darme cinco duros para comprar algunos cromos o canicas, en la pequeña tienda 
de una señora muy muy mayor. Yo era pequeño y aun así al bajar por la calle, Felipe el pescadero me daba los buenos días, o Juana la de la panadería, o Joaquin el de la ferretería. 
Han pasado tal vez 25 años y ya me empieza a costar recordar muchas de aquellas cosas, tal vez porque todo ha cambiado tanto que es imposible mirar tan atrás. Aun así de vez en cuando me vienen imágenes de aquel tiempo.
Me acuerdo de Marín, un señor muy agradable que tenia una tienda donde podías comprar galletas, leche, fruta y algunas cosas mas. Ni siquiera me atrevería a llamarlo supermercado.

Aquella gente eran personas, con sus defectos o sus envidias, unos distintos de otros. Con sus básculas antiguas y sus "no te preocupes, ya me pagas mañana", sus carretillas, o aquellos viejos mostradores de madera con un cajón para el dinero.

Tal vez todo avanza y todo evoluciona incluso todo va a mejor. Tal vez estamos tan preocupados en que todo avance y evolucione que nos hemos olvidado de las personas. Y ahora, hoy, las básculas pesan hasta el último milígramo, y ya no hacen falta carretillas ni cajones donde poner el dinero, tal vez todas esas cosas hayan avanzado, pero las personas no somos eso, cosas.

Mejoramos los coches, las casas, la tecnología, incluso conseguimos morir mas tarde. Aprietas un simple botón y puedes conseguir prácticamente cualquier cosa, llegar a cualquier sitio.

¿Y las personas?

Yo solo veo maquinas, números, miradas planas, vacías, gente que va o que viene de un lado a otro, gente encerrada en su pareja o sus hijos o en si mismo. Gente que se olvida de sentir por alguien que pueda vivir mas allá de su propio techo. Yo lo llamo supervivencia y no creo que eso sea ir a mejor. 
Números y máquinas que se olvidan del sentido de palabras como gracias, disculpe, por favor.
Sera que estoy mayor.

Y en medio de tanto día gris y noche oscura, recuerdas aquellas carreras de niño por Toledo y buscas ahora algo o alguien que no sea numero, ni maquina, ni gris ni oscuridad. Buscas sonrisa.

No lo encuentras hasta que dentro de lo estúpido o absurdo que puede ser todo, recuerdas que sólo existe una persona en el mundo que pueda entenderte cuando dices “Dios, O'sullivan es una maravilla”. 

Y mientras la gente piensa quien demonios es O'sullivan tu sabes que alguien habrá sonreído. Y donde nadie sabrá qué es eso de un 147, el volverá a sonreír. Y donde la gente verá a un tipo con cara de Mr Bean jugando, yo veré a un amigo, un amigo que ni el es una máquina, ni yo soy un número y nadie, excepto él, sabrá de cojones estoy hablando con aquel:  “Dios, Ronnie O'sullivan es una puta maravilla”.
Y da igual que el tiempo, oscuro y gris incluso, pase.... el siempre está ahí



Un 12 de junio de 2012.
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25 mayo 2012

Mientras Duermes

mientras tu duermes, yo duermo...
Juan espera.

 Vive solo, en el mismo viejo piso de los últimos 42 años. Tiene 83 años. Juan perdió a su mujer hace tiempo, todos los días se acuerda de ella, mira su foto. Los hijos de Juan se marcharon. 
hicieron su vida y poco mas quisieron saber de él.
No tiene a nadie y, cuando no tienes a nadie, en realidad, no tienes nada. Juan paga 210 euros al mes por el piso. Tiene 83 años.
Ahora el banco le dice que tiene que abandonar su casa, tendría que pagar 650 euros al mes y no tiene ese dinero. Juan dice que no sabe cómo podría pagar ese dinero. Se siente asustado. 
No sabe qué puede hacer. En realidad, no puede hacer nada. 
A duras penas habla o anda. 

Juan, aunque vivo, ya murió para esta sociedad.
Solo mira la foto de su mujer. Y recuerda. 
Pero está solo. Juan tiene 83 años.
Tiene miedo. Dice que no puede dormir, porque no sabe que va a hacer  cuando lleguen las personas del banco. Con los ojos cansados de no dormir dice que ya es momento de morirse y descansar tranquilo. Juan está solo. sus hijos poco mas quisieron saber de él.
El mayor castigo de la soledad de Juan es que nadie escucha sus palabras de miedo. Eso es la desolación.
Por la mañana, Juan espera sentado, en una banqueta, en el pasillo de su pequeño piso, la llegada de los señores del banco. Le tiembla la voz, no sabe que puede hacer.


Hemos creado una sociedad donde Juan no significa nada.
Y lo mas triste, seguimos pensando que este es el camino que debemos seguir.

"estoy cansado de estar solo y de no poder hablar con nadie, estoy cansado la verdad", respira Juan.

mientras tu duermes y yo duermo, Juan espera, mira la foto de su mujer y espera...ir con ella. 


Ahora, despiértate, mira sus ojos. Siente algo. O llora, pero siente.

Es difícil ser feliz en un mundo así, es difícil sonreír, sabiendo que, como Juan, mucha gente, sentada, espera. 
Te convences que tu no tienes ninguna culpa y te preguntas si haces algo por cambiarlo,
es duro vivir en una sociedad que duda de donde están los buenos, de donde están los malos y es triste vivir en una sociedad que no siente, por miedo a ser el siguiente en esperar sentado, que suene el timbre.

Empezaremos a caminar, a ayudar, el día que todos tengamos claro donde están los malos, donde está la avaricia, el egoísmo, el engaño. La riqueza tiene eso, que mira a otro lado.
Se camina dando pasos, pequeños o grandes, pero pasos firmes. Infórmate, vuelve a infórmate, difunde todo aquello que conozcas, haz que la gente conozca la verdad. Es el primer paso.

Si no hacemos nada, por lo menos confía en aquellos que empiezan a revolucionarse.... a veces ganan.



[reportaje de "21 días" por @adelaucar]

 "No hay mayor pobre que aquel que nadie quiere y nada sabe"

Difunde historias como la de Juan. (=RT)...eso es empezar a caminar.


Seguir a BaliHai es de las pocas cosas gratis 
que vas a poder hacer en este país!

en twitter @Tulaytulah
y en face BaliHai

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19 mayo 2012

Cultura del Miedo

Decía George Orwell en su obra "1984" que en un estado opresor, una sonrisa puede ser un pequeño acto revolucionario. Creo que el mundo sería mucho mejor si a todos los niños, con trece años, les hicieran leer y comprender “Rebelión en la granja”.

Quien sabe, quizás el día de mañana...

[foto de @Fotomovimiento]
Yo reconozco que si algo me ha gustado siempre en esta vida es hacer reír. Todos estamos mas bellos cuando sonreímos Es naturaleza, esencia.
Si escribo una historia y alguien me dice “me he partido de risa” yo ya soy el tipo mas feliz del mundo. Bueno, no es fácil en los tiempos que estamos viviendo hacer que la gente sonría

En realidad si es fácil, pero la sensación es extraña. Parece como que no apetece reír, parece como que esta vez, lo que está pasando, si va en serio. Y por ejemplo, contar una historia de desamor entre Merkel y Rajoy o escribir una supuesta carta de amor de Aznar a Bush, diciendo que le echa de menos, o explicar como seria ver a Zapatero en el club de la comedia de monologista, puede ser muy divertido, pero solo por un momento. Luego esta de nuevo la realidad.

Y la realidad es diferente. El miedo es el peor enemigo para una sonrisa y si llega el día en que usen el miedo para que perdamos nuestra libertad... ya todo sera gris.

Voy a contarte una historia, solo una mas de las muchas que podrías conocer durante estos días, tal vez este ultimo año. Historia que se queda en nada, comparada con las de la gente que entra al furgón...y no ves en ninguna televisión. Así de triste y así de fácil mirar hacia otro lado. 

http://fotograccion.org/

Yo, como muchas otras personas, bastantes mas de las que muchos medios han dicho, durante los días previos había asistido a la puerta del sol a sumarme a las manifestaciones, ofrecer tan simplemente con la presencia, mi apoyo a mucha gente que durante todo un año y en la sombra han estado intentando hacer las cosas bien. Gente que no da mítines, ni ruedas de prensa, gente que no dirige medios de comunicación, mas bien gente que se “planta” a las ocho de la mañana en una pequeña calle de Lavapies para parar un desahucio a una familia de Bangladesh con tres hijos y que si no fuera por esa gente, sin nombre pero con corazón, hoy estarían durmiendo en los portales de alguna plaza escondida.
Es triste que estas cosas sean tan reales como se leen, que no lleven exageración de ningún tipo.

miércoles 16, llegué a la Puerta del Sol, justo cuando el reloj marcaba las nueve de la noche. La plaza se encontraba en calma, con el típico bullicio mágico que el centro de Madrid coge cuando empieza a venir el calor y las noches tienen mas luz.
Por un momento me sentí confuso, estaba convencido de haber visto en internet que esa noche la gente haría una cacerolada como protesta por la situación económica del país. Tal vez no debí ver bien que era a las ocho y otra vez mas en mi vida estaba llegando tarde a un sitio.

En busca de algún restaurante donde tomar un café y escribir un poco, pude escuchar a lo lejos un gran gentío, gritos y ruido que venían de la calle Alcalá, así que decidí acercarme. Pronto pude ver que eran las personas de la cacerolada que se disponían a bajar por la calle y empecé a andar por esa calle como a unos 200 metros de la manifestación. Saque mi cámara de fotos y empecé a fotografiar desde lejos la situación.

Me sorprendí al ver que la marcha daba media vuelta y se dirigía nuevamente a Sol. Tenia sentido puesto que habían sido bloqueados por un cordón de antidisturbios.


Mientras la marcha se acercaba a Sol, volví a ponerme detrás para seguir haciendo fotos y mi sorpresa pasó a perplejidad y algo de miedo al ver como en menos de veinte segundos, la policía creó un nuevo cordón de antidisturbios esta vez bloqueando la entrada a la puerta de sol.


No podía entender bien que estaba pasando, miraba a uno y a otro lado y había dos cordones de antidisturbios atrapando en menos de cien metros a miles de personas en la calle Alcalá. Separado de los manifestantes pude ver como también se habían quedado atrapadas personas que se encontraban sentadas en los bancos de la calle, así como un grupo de ciclistas que pasaban por ahí y otras personas que nada tenían que ver con todo aquello. Un matrimonio de unos cincuenta años se acercó a preguntarme a mi y a un fotógrafo que se encontraba a mi lado, con voz asustada, qué estaba pasando. La cara del señor era un autentico poema. Se le veía bastante asustado. Si yo no podía entender nada, supongo que ellos menos.

Los manifestantes empezaron a juntarse entre ellos y acercarse al cordón de antidisturbios de Sol, gritaron con fuerza. Sus armas, aparte de sus manos, eran el grito al unisono:

“no, no, no tenemos miedo!” , "estas son, nuestras armas!" “Si se puede, si se puede”....


Al cordón de antidisturbios que los manifestantes tenían a su espalda se sumaron seis furgones mas. Sentado en uno de los bancos pude ver como los antidisturbios se ajustaban los cascos y bajaban las viseras. La gente que se encontraba en la calle, lejos de los manifestantes, empezó a hacer una fila para salir de ese cerco.


Llevando en mi mochila la cámara de fotos, el portátil y el reproductor de música, junto con las gafas de sol y habiendo vivido las noches anteriores en primera persona como terminan estas cosas, pensé que si la policía decidía cargar, mi mochila iba a ser un autentico imán para sus porras. Teniendo en cuenta la semana de mala suerte que estaba llevando, decidí que esta vez lo mejor era salir de allí cuanto antes. Intentar volver a la puerta del sol y hacer fotos desde allí.

Cual fue mi sorpresa, la de el matrimonio de cincuenta años, la de una pareja que iba en bici, la de un muchacho ecuatoriano al que le estuve contando de que iba la película y la de dos señoras argentinas (intuyo por el acento) cuando nos dijo la policía que para salir de allí habría que identificarse ( y yo que soy mas de noticias que de televisión sabia en ese momento que eso podía suponer la multa de 300 euros...mínimo).

http://fotograccion.org/
La gente que se encontraba a mi lado empezó a ponerse nerviosa y mas al ver que unos señores que salían de un edificio con traje y corbata no tenían ningún problema para salir del cordón de antidisturbios. Tambien dejaron salir a un matrimonio de unos noventa años que a duras penas podían caminar y al cual, si tengo que decir, si los antidisturbios llegan a identificar, yo, acto seguido cojo mi pasaporte lo tiro a la basura y me voy de este país.

Un antidisturbios nos dijo que nos pusiéramos en fila para salir. Nos sacaron del cordón pero no nos dejaron marchar y empezaron a pedir DNI a la gente y a tomar los datos. La sensación en ese momento es de soy un delincuente...y no sabes porqué.

 No es fácil hacer ver a la gente que no está ahí en esos momentos, qué se siente. No es fácil levantarte por la mañana y ver que la mayoría de los medios de comunicación ignoran lo que realmente sucede. No es fácil explicarle a la gente qué te lleva a escribirte en el brazo con rotulador los nombres de abogados de guardia. no es fácil contarle a la gente que "detención, esposas, furgón, comisaría, calabozo", puede ser una pesadilla para gente cuyo único delito es protestar.

En fila y dando los DNI mi sorpresa vino cuando el jefe de ese escuadrón (bueno no se si se llaman escuadrones o eso es cosa de películas) el caso es que el jefe me señalo con el dedo y me dijo que fuera junto a él. Se que era el jefe porque el decía al resto lo que tenían que hacer. 

Me llevó hacia el escalón de un portal que estaba justo al lado, donde poca gente podía verme, me dijo que sacara todo lo que había en mi mochila. Por su cara de pocos amigos y el tono de su voz, decidí intentar no hablar lo mas mínimo para no tener problemas.

Hace muchos años un viejo viejo amigo me dio un consejo que tardé años en comprender. Me dijo: 
si alguna vez sientes miedo y no sabes que hacer, recuerda que es mucho mejor que te lleven bocadillos a la cárcel que flores al cementerio”.

Con consejos así, decidí no abrir la boca.

El jefe de antidisturbios no lleva placa identificativa, o al menos yo no puedo verla. Cogió mi DNI y se lo dió a otro policía para que fuera tomando mis datos.
En ese momento, el antidisturbios me agarró del cuello y me empujo hacia la puerta de aquel portal. Acercó su cara a la mía, y sin mas me dijo:

-“te voy a arrancar la cabeza hijo de puta"-.

Lo repitió varias veces. No abrí la boca en ningún momento, bajé mi mirada al suelo. Golpeó con la visera de su casco mi cabeza para que la levantase. Levanté mi cabeza y le dije que no pretendía causarle problemas, que ya le he dado mi DNI. Volví a callarme.
Siguió amenazándome mientras el otro policía a su lado apuntaba mis datos.
Finalmente me devuelve mi DNI, recojo las cosas del suelo y las vuelvo a guardar en mi mochila, sin mirarlos intento seguir mi camino, pero antes de irme, el policía vuelve a cogerme de mi brazo, me gira y me dice:

“te volveré a ver y te juro que te voy a arrancar la cabeza, hijo de puta”.

Me fui.

http://fotograccion.org/
Lo siento, me gustaría saber explicar con palabras que sentí en ese momento. Mentiría si dijera que no pude sentir el miedo dentro de mi cuerpo. No es miedo a que alguien pueda golpearte, no tiene nada que ver con eso. La sensación de miedo a no saber quien te protege, o donde puedes terminar. Que puede pasar. La sensación del miedo a que gente con un arma te mire con tanto odio. La sensación de miedo a porqué una persona que no conoces, a quien no has hecho nada puede despertarle tanto odio hacia ti.

Es difícil explicar como el miedo se transforma en humillación y en impotencia. Te quedas bloqueado. En ese momento, en el momento en que empiezas a caminar y miras hacia atrás y los ves, aprietas tus dientes con fuerza, puedes sentir tus labios temblar. No entiendes nada.

Supongo que tuve la mala suerte de que todas las cámaras estaban al otro lado del cordón, lejos y grabando la cacerolada. Algo lógico. 

Decidí caminar, sin saber bien hacia donde ir, camine por un instante. De vez en cuando me giraba para volver a ver desde lejos a aquellos policías. Y esa sensación que siempre he querido tener de que buenas y malas personas las hay en todas partes, se desvanecía. Porque puede haber buenos o malos, como tú o como yo o como en cualquier sitio, pero la policía recibe ordenes. Y si las ordenes son malas...son ordenes.

Todavía en la calle Alcalá, una pareja joven se acercó hacia mi a preguntarme:
-¿Te encuentras bien? Vimos al policía agarrarte en el portal. ¿estás bien chico?-.
Me costó decirles que sí, que estaba bien. Supongo que mis ojos les dijo la verdad.
Pero mentí. Estaba muy muy lejos de estar bien. Sentía de todo dentro de mi.

Yo no tengo veinte años, en realidad ya no tengo ni treinta. En la vida, llega un momento en que si un policía te dice que te va a matar, mas que miedo sientes rabia, pena, asco, impotencia. Y te duele que tu cabeza estúpida, por una vez use la razón para no hacer nada, para mantenerte callado. Porque eso no es lo que sueñas cuando eres niño.

http://fotograccion.org/
Pero días antes vi como a chicas de apenas veinte años las hacían lo mismo que a mi y puedo imaginar lo que han podido sentir con un tío de 45 años, pistola, porra y casco, amenazándolas con arrancarlas la cabeza.

Se llama terror. Aterrorizar a gente que sólo usa su voz como arma. Gente que busca un mundo mejor, si, lo siento, por mucho que quieran contarte, yo lo he visto, solo quieren eso. Se ve en sus ojos.

Todo esto sería una historia triste, muy muy triste si no fuera porque entre medias de tanta mierda, vi y sentí que hay esperanza. La esperanza de, dos noches antes, ver a cuatro chicas de veinte años, sentadas frente a mi y agarradas de las manos, agarradas con fuerza, agachando sus cabezas, apretando sus dientes, rodeadas por ocho antidisturbios. Cuatro chicas con mas ovarios que todo el cuerpo de policía de la comunidad de Madrid junto, exigiendo su derecho a estar juntas en la calle. Cuatro chicas que aguantaban los insultos, las patadas de tíos armados y protegidos hasta el pescuezo. Chicas y chicos jóvenes, que se levantan a socorrer a un pobre periodista que se encuentra en el suelo, esposado, humillado con la rodilla de un antidisturbios en su cara. Chicas y chicos sin miedo, con principios y lo mas importante...mucho mucho corazón.

ella, valiente
¿Por llamar la atención?. No amigo, por llamar la atención no te levantas a las 8 de la mañana para ir a evitar un desahucio.

Pero yo lo he visto, no me lo cuentan los periódicos, no me lo cuenta nadie. Lo he visto. Se ve en sus ojos.
Yo no vivo como la mayoría de los grandes medios de comunicación de decir esto o lo otro. Me da igual derecha o izquierda, me da igual todo eso porque sólo intento creer en lo que es verdad y en la buena gente. Todo lo demás me da igual. 
Y con todo esto, duermes un par de días mal, miras el pasaporte y la papelera de tu habitación y respiras profundamente y resignado.
Enciendes el ordenador, lees una noticia. Esta noticia. Dos policías tendrán que pagar 600 euros por el homicidio imprudente de un deportado. Por lo visto lo amordazaron y se asfixio al segregar una sustancia, catacolaminas , producto del pánico. Al juez no le intereso que declarasen las azafatas de vuelo. 600 euros por dejar morir a un hombre. Ese es el mundo en que vivimos.

Y no puedo evitar acordarme del caso de Patricia Heras. Este caso (conviene leerse). 

vivimos sumergidos en la cultura del miedo. Gente que se levanta con miedo a perder su trabajo, jóvenes con miedo a que les peguen por manifestarse, gente con miedo a que los ahorros de toda su vida desaparezcan sin mas, miedo a perder tu derecho a un medico, o a aprender, hombres y mujeres que se van a la cama con el miedo a que el día siguiente ya no tengan casa y tengan que dormir con sus hijos en un portal.
Vivimos con miedo. Desconfiamos de las personas, hemos olvidado sonreír, decir gracias, o disculpe, o decir no se preocupe. Prisioneros del dinero.

Fotografía de Sergio Formoso
[click en la foto para observar, pensar...]

No quiero. Yo si pienso que si se puede y mañana olvidaré la mirada de odio de aquel poli malo y me quedare con la mirada de lucha de aquellas cuatro chicas con sus brazos enlazados.

Lo haré porque tiene mas sentido. Porque he conocido a esa gente con corbatas, joyas y dinero que tanto le preocupa que cambien las cosas y porque he conocido a la otra gente, la de verdad. Y se ve en los ojos, es así.

Y lo haré porque claro que sí, que si se puede.



Me marcho, la pícara sonrisa de mi sobrino me reclama desde el sofá... nadie ni nada gana eso.



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17 mayo 2012

sin miedo a la tormenta

Aquel barco volvía de surcar los fríos mares del sur. Conquistó sitios nunca antes conocidos y había conseguido un gran botín. Toneladas de oro que de tanto peso, hacían que a duras penas el barco pudiera avanzar hacia el norte, por las bravas aguas del Atlántico.

En medio de la oscura noche del océano y ante una feroz tormenta, toda la tripulación pudo escuchar como parte de la proa se resquebrajaba. Sintieron partirse las maderas del barco y como éste empezó a balancearse de un lado a otro con violencia. El agua empezaba a verse por la cubierta. El mástil principal se retorcía ante la tempestad.

Los capitanes del barco desde lo mas alto de la popa, no cesaban de gritar “Remad! Remad! Mas fuerte! Remad mas fuerte marineros! Seguid remando y llegaremos a puerto! Remaaad!!”

El barco avanzaba despacio, cargado con todo ese oro y con aquel agujero en su estructura, se hacia difícil pensar que pudiera llegar a puerto. Pero los capitanes del barco seguían con sus gritos, en su afán por avanzar el mayor numero de millas. En el barco todo el mundo sabia que no había botes salvavidas para todos. Solo los altos mandos podrían escapar si el barco se hundía. Aun así, los marineros remaban con fuerza, sin apenas levantar la vista de sus manos.

Exhaustos, un grupo de marineros decidió soltar los remos, levantar sus ojos, mirar aquella proa rota y mirar a aquellos capitanes gritando “remad!” desde lo alto del otro lado del barco.

Estos marineros empezaron a pensar, a hablarse unos a otros. Los capitanes estaban al otro lado de la parte rota del barco, estaban lejos del agua...cerca de los botes salvavidas y del oro.

Los capitanes tenían algunos marineros con látigos para ajusticiar a aquellos que no quisieran remar. Aun así, estos pocos marineros que soltaron sus remos, aguantaban aquellos azotes y se negaban a remar. Se protegían unos a otros como podían

Ayudaban a los pobres remeros que agotados, caían desvanecidos sobre los remos. Trataron de achicar el agua que inundaba la cubierta.

Juntos intentaron hacer ver al resto de marineros que el barco se hundiría si no tiraban todas las reservas de oro que había en los compartimentos del barco. Que todo ese peso les mandaría al fondo del océano Pero los marineros seguían remando y remando sin querer ver mas allá de los gritos de sus capitanes.

SI el barco se hundía, los capitanes cogerían su oro, montarían en sus botes y se pondrían a salvo. Si el barco se hundía, los marineros se ahogarían.

Y pasaron las noches, vinieron mas tormentas y el barco sigue perdido en medio de las bravas aguas del sur. 

La gente sigue aferrada a sus remos, siguiendo las ordenes de sus capitanes. Con miedo al látigo y diciéndose unos a otros que su única solución es remar. 

Nadie escuchaba a los marineros que soltaron sus remos y aguantaron los látigos de sus superiores y trataron de arreglar el barco tirando al mar todo ese oro...y algún que otro capitán. pero esos marineros no cesaban en su lucha, no contra el mar, no contra la tormenta, sino contra el capitán.

Y aquel barco, este barco, con su oro en euros, sus políticos con sus mentiras y sus policias con látigos, sus obreros adormecidos y sus revolucionarios olvidados, se hundirá...



....y habrá que nadar.



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