21 mayo 2008

MARRAKECH I: Buscando mi silencio

(Solo quien me aprecie llegará al final)

Supongo que la única forma de encontrarse a uno mismo será huyendo de los demás. Lejos. Cuando viajo con mis amigos, tarde o temprano, escuchas esas frases, “me apetece una cervecita” o “¿has visto ese culito?”, es inevitable, tienen su encanto pero son frases que lo único que hacen es recordarte que vivimos presos de algo, todos vivimos presos de algo, de lo que sea. Si con quien viajas es con tu pareja, es imposible pasar cuatro días seguidos sin escuchar un comentario acerca de su madre, su perro puchi o de tu camiseta comunista, o de no dejes la toalla ahí cariño… y si viajas con la familia, bueno yo con mi familia siempre seré Jorge, el pequeño. Eso queda para siempre… añoro esos viajes.


Mi familia se ríe de mí, pero me quiere. Se ríen, pero me quieren.




Sin saberlo, o tal vez si, Ana y Alvaro me regalaron el otro dia una bonita frase:
"...Y en mi locura he hallado mi libertad y seguridad. La libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido pues quienes nos comprenden exclavizan una parte de nuestro ser. Pero no dejeis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad, ni siquiera el ladrón encarcelado esta a salvo de otro ladrón" Khalil Gibran

Y en esas estábamos, después de la ultima patadita a mi corazón, podrido de latir, que diría Sabina, era el mejor momento de huir. En el Zanzíbar caí yo, mi gorra, mi vaso y mis latidos, mis rusos negros y mis barbas rojas. No le vuelvo a pedir a nadie que se case conmigo. Actitud.

No me gusta esa frase de coger el toro por los cuernos, no jodas, que miedo, porque coño coger el toro por los cuernos pudiendo salir corriendo. Miré a los ojos del tiempo y empece a correr.
Llamé a mi contacto, llamémoslo Señor M, y serio, con mi voz entre pausada le dije lentamente:
“sácame de aquí, M”
El señor M, ese ángel de la guarda que tengo desde hace mucho tiempo, movió un par de hilos y su respuesta no se hizo esperar:
“ el mundo es tuyo”, dime.
Y a ese dime, dije
Y dije…

…Marrakech, ya.

Yo, solo busco mi silencio.

Necesitaba salir de todo esto, a veces el tiempo me atrapa, te atrapa, y sin que te des cuenta, eres preso de su trampa. Corres, corres, no dejas de correr. Trabajo, coche, metro, mensaje a el, cerveza con ella, sobrinos que te babean, sobrinos a los que babeas, trabajo, metro, pan, vinos, ducha, corres, corres, un poco mas rapido, cine, enfado, dormir, respiras, besos, vuelta al lunes, mensaje a... café, mas café, vinos…
Basta! no te dejes llevar! No! El sol sale todos los días y por mucho que lo intente, nunca va a coger a la luna. Huir, eso, "tienes que huir", mirar al tiempo, y jugar con el. Hazlo. No le temas, porque, él te teme a ti.

(Permíteme rallarme porque es gratis, el queso cuesta dinero, pero, rallarlo, no).

Una de las cosas por las que no me gusta viajar en avión es porque siempre pienso que, sencillamente, se va a caer. Llámame tonto pero todavía no termino de entender eso de que la propulsión del aire que generan los motores bla bla bla…pero pesa mucho un avión, pienso. Si caemos, de nada van a servir esos chalecos salvavidas ni esas mascarillas con oxigeno, porque si un avión se cae, se cae. Lo único que puedes hacer es besar a quien tengas a tu lado, chica o chico eso va a dar igual, vas a morir, pero mejor irse besando que gritando.

Y mi doble personalidad se frota las manos ante una situación así. Jorge vs. Jorge en pleno despegue.
Por un lado el estadístico defiende que no es posible que el avión se vaya al suelo, los datos están ahí. Los aviones no se caen. Peeeero por otro lado está mi “rara” suerte de que pasen cosas raras. Al final concluyo, mi muerte será, lo se, muy muy absurda, pero no creo que hoy fuese mi día para morir.
Y no será porque el piloto no lo esté intentando. Todas estas virguerías que esta haciendo para despegar solo tienen una explicación, le gusta una azafata y quiere impresionarla (solo sexo). Yo entiendo que si la pista de despegue esta apuntando a Lisboa y vamos a Casablanca, el hombre tendrá que “enfocar el morro”, pero hay formas y formas. Estoy tranquilo, he contado las alas del avión y tiene dos. La ultima vez que monte en un avión, me tiré de el….curioso. ¿no?

Ya en ruta pienso con los ojos cerrados y cara de orgasmo de verano, “joder me muero por un zumito de naranja”, en el mismo instante en que una azafata informa que, por motivos de una huelga, no hay servicio de catering. (“suputamadre” es una expresión instintiva que nunca podré sacar de mi cabeza cuando alguien me jode de esa manera) Pero soy o estoy aprendiendo a ser positivo, es un arte. Si he superado que una filosofa me ignore, puedo pasar sin un mísero zumo. La chica de al lado, pone muy mala cara y entre dientes se acuerda de la madre de Alá (ala´s mother). No se si se ha tranquilizado con mi comentario…
”Son peores las huelgas de los que revisan las alas del avión, mejor alas, que zumos”. Me mira raro, y murmullo “están las dos alas, las he contado”. Me mira mal. Leo mi libro, escucho mi música. Me olvido del resto. Busco mi silencio.

(No sigas leyendo, pero el tiempo terminará atrapándote).

Al aterrizar en Casablanca vi un conejo correr por la pista de vuelo (de aterrizaje, perdón), que huevos los suyos!. Era jodidamente rápido, y pensé “joder con los conejos marroquíes, son mas rápidos que los de Toledo” y valientes. Viajando solo piensas mucho. Y llegué. Nostalgia ven a mi, África, tercer continente que piso, me arrodillo, lo beso, y lo bendigo. Y viene...( bendigo, y viene)

Uno de los peligros de viajar solo es que no hay nadie que te diga, “es por aquí coño”.
Bajo del avión, veo una cola de gente y me tiro de cabeza, detrás de Vicente y su gente, paso un control y por suerte en el segundo me echan atrás uff…un tío con cara de profesor de Calculo Diferencial mírame mal y me dice “ajam la jam bala jam”. Pienso
Jamón? Que dice este de jamón?

Poco después una amable chica me explico que eso era un vuelo al Cairo. Y entonces me centro. Busco mi silencio, solo quiero encontrar mi silencio, lo necesito desesperadamente. Lejos de Brahms, lejos de ti, lejos de todo. (Toledo siempre va dentro de mí).

Hay tres cosas que últimamente me apetece mucho hacer. Una es decirle a mi madre lo mucho que la quiero, la otra es haceros llorar, y últimamente tenía unas ganas locas por tomar un café en Casablanca y decirle a un camarero:

“tócala de nuevo Sam”.

Y cuando me diga:

“excuse moi, messieur”, decirle:

“Que si has visto a Ingrid!”
y si dice:
"je ne pas comprendre, ça va?", contestar:
"cafe avec lait si vous plait".

Estoy loco, lo se, y las aspirinas no hacen efecto.



No lo hice, entre con miedo en Marruecos, son serios, imponen bastante. Sigo siendo un niño.

Podía haber ido directamente a Marrakech, pero nunca sabes donde puede estar tu silencio, mi silencio. Por eso cogi un tren Casablanca- Marrakech. Bonito, viejo, usado, limpio, un tres de película.

Y sentado allí, en esa vieja estación, con mi vieja bolsa de viaje entre mis piernas, empecé a observar a la gente. Dos ancianos sentados y es que no hay estación sin ancianos. Y entro una chica joven, delgada, con estilo, y unas gafas de sol estilo francés (ay el estilo francés!). El escote también era francés. Se sentó a mi lado y con un acento francés-marroquí me pregunta la hora. Mi despiste no me deja solo nunca. Le digo la hora…la de Madrid. Me mira extrañada, y no hace mucho caso. Ya es tarde para decir “no no, no que me he equivocado” piensa que eres tonto, y punto. Una piensa que no sabes sentarte sin caerte al suelo, otra que no sabes leer un reloj, y otra te dice que no quiere casarse contigo. Y lo que quiero yo a mi sobrina…mi princesa.

Nos sentamos juntos, el uno en frente del otro, en ese viejo tren marroquí. Ella, sabia donde iba, yo, ni puta idea. Conversamos, mi voz resfriada y su voz afrancesada (fresas?). Doce años de metros y trenes en Madrid y no me habla ni el revisor, nadie, a mi no me habla nunca nadie y un tren en Marruecos…no entiendo nada. Me gusta. La chica guapa me ayudo mucho para no terminar perdido en un desierto, pero el destino quiso que ella se bajase en Rabat, y yo en Marrakech. Me pregunto que qué hacia ahí (allí), y al decirle que buscaba mi silencio, no pudo evitar bajar sus gafas de sol y mirarme cuestionándose si no llevaba una hora hablando con un pirado. Y yo solo pude poner cara de pirado…simpático.

A veces mi timidez abusa de mí. Y vino un silencio, por un momento pensé, si seria el mío, pero nada que ver. Y ella lo rompió al más estilo francés:

-“me das tu numero de teléfono o un mail por si…”
Como me gustan esos “por si”. Le pregunto su nombre y el tiempo se para:
-“Ghita” me contesta.
-“Bonito nombre”. Le comento sonriendo.

Y después de esos dos besos que Ghita dió a mi Ego,
seguí en busca de mi perdido silencio.

Y llegue a Marrakech. Bajo del tren, camino por la estacion…salgo a la calle.
Empieza la locura...
Taxi!

(esto sigue, esto...empieza)
¿sigues ahí?

( segunda parta Aquí )

(y hay tercera parte )
Leer más...